viernes, 23 de marzo de 2012

El camotero


El camote, también conocido como "papa dulce"
Originario de Centro y Sudamérica, domesticado hace miles de años, y fuente importantísima de nutrientes para las culturas precolombinas, el camote es hasta la fecha un ingrediente relativo de nuestra gastronomía. El nombre camote deriva del náhuatl, pero en todo América recibe distintos nombres, como batata o papa dulce.


En México tenemos muchas maneras típicas de consumirlo. Una de ellas, probablemente mi favorita, es el camote “de camotero”. 
El de camotero es un oficio que desgraciadamente está desapareciendo, se trata de un vendedor ambulante de plátano macho y camote, éstos se cuecen en un carrito/horno/vaporera de leña, dando como resultado una textura y un aroma ahumado maravillosos. Lo más común es acompañarlos con leche condensada o mermelada.s.
Rafael Cruz Santos, 32 años 


Camotero: lo desplazan las papas fritas 


Durante 32 años, Rafael Cruz Santos ha empujado su carrito de camotes por las calles de la Ciudad.
Y, conforme pasa el tiempo, los camotes y los plátanos al horno gustan menos, por lo que no vende como hace algunos lustros.
"A los chavos ahora les gusta comer papas fritas y golosinas empaquetadas y mis clientes cada vez son menos porque nomás son las personas grandes que de chicos comían plátanos o camotes", platicó.
Recuerda que hace unos 25 años vendía al día unos 100 camotes y plátanos y ahora la cifra se ha reducido a 30 o 40 piezas al día, si la venta es buena.
"Yo vendía en el Centro y ahí me iba bien, lo que pasa es que el Gobierno ya no deja, ya no quiere comerciantes en el Centro Histórico, nos quitan a cada ratito", dijo.
"Ya me han llevado como siete veces al Juzgado Cívico, me encierran un rato y luego tengo que pagar la multa y ya me dejan salir, pero luego ya no trabajo, pierdo mi venta".
Considera que su oficio es tan noble que a pesar de todo sigue dejándole suficiente como para irla pasando.
"Ya no es como antes, todo ha cambiado, ya se vende poco, de todas manera ahí sale para los gastos trabajando, echándole ganas", comentó.
Su trabajo, explica, debe realizarse por las tardes y noches, cuando baja el calor y los productos pueden conservarse de mejor manera.
Originario de Puebla, Rafael aprendió el oficio de un pariente, de quien luego se independizó.
Piensa que tendrá que seguir vendiendo camotes y plátanos al horno toda la vida, pues no sabe otra manera de ganar el sustento.
"Yo qué puedo hacer, ésta es mi chamba y no tengo otra; así aprendí y ahora pa'que consiga otra chamba pues ya no creo", dijo

                                       Tomado de Tv Azteca noticias



domingo, 4 de marzo de 2012

Escribanos públicos, un oficio en extinción

La tecnología ha desaparecido casi por completo una tradición muy peculiar y útil, el oficio de los escribanos también conocidos como evangelistas escribían con pluma y tinta. su lienzo era el pergamino. sus clientes eran aquellos que por falta de educación no sabían leer ni escribir. 


Desde hace 200 años, estos personajes que con sus máquinas de escribir bajo la plaza de Santo Domingo, soportaban el sol y la lluvia y esperaban a que llegaran las personas a pedirles desde una tesis hasta una simple carta para algún familiar, novio(a) etcétera, eran los mensajeros que plasmaban en letras lo que otros no podían expresar.


Escribano o evangelista en el MAP. 
Con timidez se acercaban a los escritorios donde los escribanos se sentaban frente a su máquina de escribir lanzándose a un veloz golpeteo contra el teclado.

Aún se pueden encontrar pocos escribanos en la plaza de Santo Domingo, su jornada empieza alrededor de las nueve de la mañana, depende del escribano, que aquí no hay más horario u oficina que los acuerdos entre el cliente y la máquina de escribir. Analfabetas, invidentes y mucho profesional independiente que a falta de secretaria y con una montaña de tareas y papeles por resolver, acude a la Plaza transformando esta en su segunda oficina.

Desde facturas a cartas de amor

Facturas, documentos oficiales y hasta cartas de amor. Escriben lo que sea, aunque cada vez sean menos personas quienes contraten sus servicios. "Ahorita todo el mundo tiene su computadora, su celular. Hay menos clientes", cuenta Don José, un escribano que lleva aquí toda su vida. Como casi todos. Unos 40 escribanos se reparten los encargos.
Es común encontrar que muchos de ellos superan los 60 años y siguen tecleando con la misma ilusión con la que comenzaron, en muchos casos hace cinco décadas. Aunque los encargos han evolucionado y la demanda ha disminuido. son muchas las personas que aún necesitan y acuden a estos maestros de la mecanografía, para que les ayuden.


               
                       LAS CARTAS DE LA PLAZA DE SANTO DOMINGO 




viernes, 2 de marzo de 2012

Los aseadores del calzado

Los aseadores del calzado, comúnmente conocidos como "boleros", son sin duda personajes tradicionales de nuestra ciudad, durante décadas han sido parte inherente de la vida cotidiana de nuestra metrópoli.


La actividad cobro auge en los años cuarenta, cuando los caballeros no entraban a los salones de baile sin darle "una boleada" a sus zapatos, y las mujeres preferían pretender a los hombres con un calzado brilloso.

Gran parte de su clientela de los boleros es la gente mayor, que a un acude a ellos, aunque han perdido gran auge en los jóvenes, ya que ellos prefieren usar tenis por estar a la moda y comodidad.

Caja de bolero. 
A lo anterior se le agrega la competencia de lo productos de limpieza, los cuales prefieren  las personas por la facilidad de limpiar sus zapatos, pero desconocen las calidad que estos pueden ocasionarles a la piel de su calzado. 

Mujer bolera 
Martha Patricia García García 
El oficio del bolero se distingue entre los demás, por ser catalogado como un trabajo para hombres. Antes era poco frecuente encontrar en las calles mujeres que bolearan, ahora la necesidad ha hecho que muchas de ellas se dediquen a este oficio.

Martha Patricia García García, ha decidido desde hace dos años dedicarse a bolear calzado por la discapacidad que padece su pequeña, ella necesita estar a lado de su  hija y tener ingresos que le permitan sustentarse, llega a Bellas Artes a las siete de la mañana y se retira a las seis  de la tarde, en un día  gana desde 200 pesos. 













Aseadores de calzado